Desde el 2014, en Venezuela se manifiestan características sociales de Emergencia Humanitaria Compleja (EHC). Un grupo de investigadores de las Universidades: Central de Venezuela, Católica Andrés Bello, Simón Bolívar, entre otras, junto a la Fundación BENGOA, ante la ausencia de datos consistentes y actualizados sobre las condiciones de vida de los venezolanos, inicia la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) para evidenciar el deterioro en las condiciones de vida de los venezolanos. Con ello, logra mostrar que dicha EHC, compromete severamente el derecho humano a la alimentación y a la salud de los 31.8 millones de habitantes, en especial a los de las poblaciones y comunidades en extrema pobreza quienes experimentan incremento de su vulnerabilidad producto de los efectos del hambre, la desnutrición, la pérdida de acceso y deterioro de los servicios de salud.
Según la ENCOVI, desde el año 2014, 80% de los venezolanos reportaba ingresos insuficientes para acceder a la canasta básica de alimentos. Desde entonces, se realiza seguimiento a los hogares venezolanos anualmente para identificar las áreas de mayor riesgo y por ende, vulnerabilidad.
La «crisis de instalación lenta» experimentada en Venezuela desde la primera década del gobierno socialista, con el cambio del modo de producción y la instauración de la ley de expropiación de tierras en el 2007, condujo progresivamente a la disminución en la producción de los rubros de alimentos tradicionalmente eficientes en Venezuela los cuales, en su momento se sustituyeron por importaciones en el ramo. Posteriormente, con la caída de los precios del petróleo y la imposibilidad de continuar el ritmo de las importaciones, la merma de la disponibilidad de alimentos fue progresiva e intensa y junto al proceso inflacionario e hiperinflacionario de la economía nacional, determinaron el declive de la seguridad alimentaria de los hogares venezolanos con las consecuencias nutricionales negativas observadas en los últimos años y cuyo deterioro marcará y comprometerá inevitablemente el futuro del capital humano de las próximas generaciones de la sociedad venezolana.
En este sentido, la reducción de los alimentos especiales para la población infantil, así como las fuentes de proteínas y la restricción calórica a través de estos años, provoca impacto negativo en el crecimiento y desarrollo de los niños, quienes ante estas carencias, disminuyen su ritmo de crecimiento y desarrollo, generando problemáticas nutricionales en dos ámbitos: la desnutrición aguda en sus formas: moderada y grave, con la presencia en nuestras comunidades pobres de niños con marasmo y kwashiorkor (formas edematosas); así como, el incremento de los niños con retardo severo en su ritmo de crecimiento, retardo moderado y también, severo en su estatura, a consecuencia del hambre crónica, que limita los nutrientes requeridos para el crecimiento, de acuerdo a su edad y a la herencia de sus padres.
Esta situación impuesta por la EHC, posibilita la generación de estados negativos en el crecimiento y causa lesiones en el desarrollo intelectual de los venezolanos. Hoy la desnutrición crónica es el problema nutricional dominante que sumado al déficit calórico y a las deficiencias de nutrientes principalmente proteínas de origen animal, entiéndase: hierro, calcio, zinc, vitamina A, ácido fólico y vitamina B12, entre otras, atributos principales de una dieta insuficiente en calidad y cantidad de alimentos, afecta a la población socialmente vulnerable en distintas etapas de la vida.
Estudios y revisiones científicas establecen que el indicador determinante para predecir el capital humano es el indicador: talla/edad y que la desnutrición crónica se asocia al bajo desarrollo del capital humano.
Esta complejidad en la instalación de la crisis humanitaria que actualmente está presente en nuestra sociedad y que afecta a la población infantil y escolar, a las mujeres embarazadas y adultos mayores; así como, las diferencias sociales y geográficas existente en el país, repercuten y la importante inequidad en la alimentación y nutrición de nuestra población la cual, cada vez más, se intensifica en las localidades más alejadas de los centros urbanos y por lo tanto, exige considerar estas particularidades en la toma de decisiones para enfrentarla.
Del contexto descrito, existen consecuencias documentadas en cuanto al deterioro del estado nutricional de los venezolanos, particularmente de los grupos más vulnerables, tales como niños menores de 5 años, adultos mayores y mujeres embarazadas. No obstante, dada la cronicidad de la crisis, hay que tomar en cuenta el daño que las mujeres y hombres en edad fértil podrían estar experimentando lo cual, tendría también, consecuencias para el desarrollo de las futuras generaciones de venezolanos.
Atención a la Emergencia Humanitaria Compleja en Venezuela
La evaluación, diagnóstico y aceptación de la realidad venezolana toma tiempo aún para su análisis e interpretación, pasando por distintos eventos desafortunados, entre los cuales se encuentran distintos reconocimientos internacionales en la lucha contra el hambre, que invisibilizan el verdadero deterioro del sistema agroalimentario, la seguridad alimentaria de los hogares y en consecuencia, el impacto negativo del estado nutricional de los venezolanos en todos los grupos de edad.
Uno de los aspectos más importantes es que la respuesta humanitaria acorde con los protocolos internacionales, basados fundamentalmente en los desastres naturales o los conflictos armados, no es comparable a la respuesta para la crisis de instalación lenta y extensa, que se ha hecho crónica a lo largo del tiempo en Venezuela. Por tanto, la recién iniciada respuesta humanitaria tardía, podría entonces ser insuficiente en escala y severidad y la priorización de grupos poblacionales que aun cuando comprensible, representa un conflicto ético para el personal de salud que debe implementar las acciones humanitarias y que al momento de escribir estas líneas aún se encuentran en discusión.
Por otra parte, la articulación necesaria de acciones mancomunadas y sostenibles que fortalezcan la seguridad alimentaria local, se tornan relevantes pues en estos escenarios la ayuda de alimentos tiende a ser importada, descuidándose la producción local de alimentos, lo que podría representar una estrategia de mayor estabilidad para el bienestar de la población en el futuro mediato, al proveer directa e indirectamente otros recursos para salir de la crisis: alimentos culturalmente aceptables, rescate del patrón alimentario tradicional, generación de empleos, entre otros.
Sin embargo, la plasticidad del crecimiento, abre ventanas de oportunidades, para que los niños y adolescentes con desnutrición aguda y desnutrición crónica de larga evolución reciban atención adecuada que les permita recuperarse.
Por ello, se propone entonces que la estrategia de atención nutricional incluya a los niños y adultos, que debido a la progresividad de la EHC presentan alta vulnerabilidad por desnutrición crónica la cual, pone en peligro su vida y su desarrollo integral. Dicha estrategia, puede ser implementada a través de la red pública y privada que existe en el país.
En tal sentido, la ayuda humanitaria debe contemplar el cumplimiento del derecho humano a la alimentación, que éticamente en esta EHC debe incluir la atención a la población con desnutrición aguda y la población con desnutrición crónica de larga evolución y en condición de alta vulnerabilidad ya que, está en riesgo la vida de estos venezolanos.
Aun cuando existe distribución geográfica de la ayuda, la misma debe incluir focalización hacia zonas de alta vulnerabilidad nutricional, tal como se viene señalando en la encuesta de hospitales.
Estrategias para la atención:
Para vencer el hambre de manera perdurable y avanzar verdaderamente hacia el alcance de los objetivos de desarrollo sostenible, siendo relevante las condiciones de desnutrición aguda y crónica en la realidad alimentaria y nutricional del país, se propone lo siguiente:
- Establecer la consejería de lactancia materna y de la alimentación complementaria a partir de los 6 meses de edad del niño como prioridad en las comunidades.
- Seguir los protocolos de atención, para desnutrición: aguda y crónica, en forma simultánea.
- Atender integralmente a las mujeres embarazadas, lactantes y en edad fértil, a fin de proteger el estado nutricional al comienzo de la vida y prevenir la programación de enfermedades tempranas.
- Desarrollar esfuerzos por reestablecer la producción local de alimentos y promover el abastecimiento de mercados locales para poder proteger la seguridad alimentaria de los hogares.
- Promover la discusión que asegure la implementación de la ayuda humanitaria para las poblaciones en condiciones especiales tales como centros hospitalarios, penitenciarios, ancianatos y orfanatos.
- Articular las acciones de salud, alimentación y nutrición con las de aquellos sectores como los de servicios públicos, agua, gas, electricidad que son necesarios para garantizar la seguridad alimentaria y el bienestar de las personas y especialmente de las afectadas con desnutrición, a fin de facilitar su recuperación nutricional.
Dra. Mercedes E. López de Blanco
Vice-presidenta
Fundación BENGOA
Dr. Huníades Urbina Medina
Presidente
SVPP