El especialista en planificación y gerencia agroalimentaria considera que este 2016 será el año más crítico, en términos alimentarios, desde la guerra de Independencia. Por ello asegura que será indispensable e inevitable que el país busque ayuda internacional para cubrir la alimentación de los venezolanos.
La política alimentaria que se ha aplicado en los últimos 15 años ha estado caracterizada por dos hechos que en lugar de caminar en la misma dirección lo hicieron en sentidos opuestos: Venezuela alcanzó una “aparente” seguridad alimentaria mientras perdía la soberanía alimentaria. El ingeniero químico Rodrigo Agudo, especialista en planificación y gerencia del sector agroalimentario, se refiere a esto como primer término para comprender la profundidad de la crisis alimentaria que vive Venezuela actualmente.
En entrevista para el Observatorio Venezolano para la Salud (OVS), Agudo explica que el concepto de seguridad alimentaria, previsto en la Constitución, se refiere al esfuerzo que debe hacer el Estado para garantizar la disponibilidad de los productos (que estén presentes), la accesibilidad (que se puedan comprar), y la calidad de los mismos; y en el caso de la soberanía alimentaria esta puede ser definida como “la posibilidad o el mayor alcance que puede tener un país para producir en forma sustentable y competitivamente los alimentos que le permiten sus condiciones agroclimáticas, para generar excedentes exportables y obtener así las divisas que puedan financiar los alimentos que no se pueden producir en el país”.
Con ambos conceptos claros, Agudo asegura que no puede dejarse de reconocer que durante 12 años la población, sobre todo la de menores recursos, fue incrementando sus volúmenes de consumo y el país consiguió la seguridad alimentaria, pero esta seguridad fue “aparente porque comimos más pero no necesariamente comimos mejor, estimulamos el abastecimiento pero no necesariamente en niveles proteicos sino más en los niveles calóricos, y el que las personas se sientan satisfechas o aumenten de peso no significa que tienen mejor salud”.
En paralelo, el modelo de desarrollo económico del país se basó en la falsa premisa de que siempre se contaría con recursos excedentarios de la renta petrolera –sostiene el especialista- fijándose así el objetivo de cambiar las relaciones de propiedad en los medios de producción alimentarios, pasando de la propiedad privada a la colectiva (esta última con el Estado como su representante).
Agudo detalla que durante 12 años el Gobierno se dedicó a hacer esos cambios de propiedad y terminó destruyendo la capacidad instalada de producción mediante la expropiación, invasión y confiscación de unidades de producción como las fincas, de unidades secundarias como las industrias y de empresas de servicios como las distribuidoras de alimentos.
“El objetivo era que mientras se daba ese cambio de propiedad, tendríamos los recursos para importar los alimentos que necesitábamos los venezolanos y cumplir con la seguridad alimentaria, de forma tal que cuando esa propiedad ya fuera colectiva o del pueblo, comenzaría a cubrir las necesidades de la población. El problema es que destruimos la capacidad de producción y se fomentó dilapidación de esos excedentes”, explicó.
Como resultado, el país dejó de producir y exportar alimentos y comenzó a depender de la importación de casi todos los rubros. Agudo recuerda que en 1999 Venezuela se autoabastecía de carne y maíz, por citar algunos, y exportaba alimentos como el arroz, el plátano, frutas tropicales, café y cacao, atún, sardinas y camarones, entre otros, y con esos recursos se financiaba el 40% de las importaciones.
Pero en 2012 ya ese porcentaje había caído estrepitosamente y el financiamiento de esas importaciones con productos de exportación era solamente de 0,5%. “Nada mas exportábamos ron, porque la categoría se llama alimentos y bebidas”, precisa el especialista en planificación agroalimentaria.
“Perdimos soberanía y nos trasformamos en un país muchísimo más vulnerable, dejamos de exportar porque se destruyó la producción y al no generar divisas tuvimos que apalancarnos muchísimo más en las importaciones para garantizar el abastecimiento, así que por doble vía nos debilitamos: destruimos el aparato productivo que generaba divisas y por otro lado consumimos más divisas de las que normalmente deberíamos consumir”, agrega Agudo.
Todo esto en un contexto donde el país comenzó a endeudarse, incluso estando el precio del barril de petróleo en 100 dólares, y derivando en una crisis que no es consecuencia de la cotización del crudo venezolano sino del “fracaso de un modelo”, aclara el ingeniero químico.
“En 2010 el país ya no tenia divisas suficientes para cubrir la demanda interna y empezamos a endeudarnos, pasamos de una deuda de 33 mil millones de dólares en 2010, a una deuda que a finales de 2012 estaba sobre los 235 mil a 250 mil millones de dólares. Bajo este esquema, a partir de 2013 el sistema colapsó. No solo no teníamos excedentes petroleros, perdimos el crédito externo y para colmo de males empezó a caer el precio del petróleo. Eso es lo que hemos vivido en los últimos 3 años. Lo que en teoría capitalizamos durante 12 años, lo perdimos en 3 años”.
Generar confianza
La crisis actual, precisa el ingeniero Rodrigo Agudo, comenzó en 2013. Ese año la primera señal fue el desabastecimiento, es decir, los productos se conseguían pero no en las diferentes presentaciones y variedades existentes para que los consumidores escogieran según sus gustos y dinero disponible.
A mediados de 2014 llegó la escasez, circunstancia en la cual ese único producto, presentación o variedad ya no se consigue, “y hoy, finalizado 2015, estamos en una situación de crisis alimentaria que no solo es peor a la que vivíamos en 1998, que no existía tal crisis, sino que me atrevo a decir -con el gran dolor de estar seguro de no equivocarme- que 2016 puede ser en términos alimentarios el peor año desde la guerra de Independencia”, sentencia Agudo.
Tal afirmación la sustenta el ingeniero con varios hechos que serían la explicación al desabastecimiento y escasez de comida en el país, donde el Estado, reitera, ha sido el causante. Detalla que primero se atacó a los importadores por ser “imperialistas” y así se acabaron los inventarios de los importadores. Después se atacó a la industria por “explotadores” y se acabaron los inventarios de la industria. Luego se atacó a los mayoristas por “acaparadores” y se acabaron los inventarios de los mayoristas, y por último se atacó a los minoristas por “especuladores” y se acabaron los inventarios de los minoristas.
Para recuperar esos inventarios y llegar a un abastecimiento normal se necesita un gran acuerdo nacional y generar confianza -dice tajantemente el especialista-, con el agravante de que esa confianza no solo la necesita el inversionista, productor, empresario o industrial, sino también el consumidor, es decir, todos los venezolanos.
Se necesita un acuerdo porque ni el Estado solo, ni el sector privado solo, pueden rescatar la estabilidad alimentaria del país, y por ello Agudo enumera varios hechos que deben producirse para lograrlo: el cambio de rumbo en la visión del desarrollo económico, que el sector privado sea la base de la producción “como es en todos los países del mundo, incluyendo aquellos que tienen un régimen político autocrático como China o Vietnam”; que el Estado deje de ser ganadero, industrial y comercializador de alimentos y comience a desarrollar los servicios necesarios para que el sector productivo sea eficiente (electricidad, agua, gas); garantizar la seguridad personal y jurídica a los inversores; y generar sobreoferta de los productos por al menos dos meses para que los consumidores recuperen la confianza y dejen de comprar como lo hacen hoy en día por el miedo a no conseguir los productos más adelante.
“Restablecer ese equilibrio entre un consumidor que baje su angustia e incertidumbre, y un agente económico que eleve sus inventarios para llegar otra vez a la normalidad, no tarda menos de 18 meses. Es decir, desde el momento en que empecemos a tratar de generar confianza vamos a tardar 18 meses en restablecer el equilibrio y la normalidad” en el sector alimentación, puntualiza Agudo, quien en el caso de los consumidores manifiesta no estar de acuerdo con quienes dicen que los venezolanos están acaparando comida en sus casas, pues lo que está ocurriendo es “un esfuerzo por crear unas reservas estratégicas alimentarias para poder mantener el equilibrio de alimentación de su familia”.
Agudo continúa explicando que aún lográndose ese acuerdo nacional este año, el país seguirá teniendo problemas porque no dispone de los dólares necesarios para cubrir el abastecimiento que demanda la población. “Por lo tanto, en mi humilde opinión, es indispensable e inevitable que tengamos la necesidad de buscar una ayuda internacional en términos alimentarios”.
Esa ayuda, que puede llegar por muchas vías (como el Fondo Monetario Internacional, de un país como China o de un organismo como la FAO con sus reservas alimentarias), no se producirá si el país no deja de regalar los menguados recursos a otros países que son “amigos ideológicos”, y no intenta recuperar los millones de bolívares que ha prestado a otras naciones en convenios como Petrocaribe, menciona Agudo.
Ahora bien, si todas estas acciones indicadas por el ingeniero se realizan, esa ayuda internacional llegará, en el mejor escenario, en 2017. Por ello advierte que “los tiempos que nos vienen en este año son muy difíciles para la población y nunca vistos”.
“El venezolano no solo está comiendo mal, está comiendo menos, va a dejar de comer y sus condiciones se van a deteriorar mucho más. Por eso yo clamo a la conducción política, especialmente al Poder Ejecutivo, que comience a pensar más en la población venezolana y menos en sus compromisos políticos e ideológicos”, manifestó el especialista en planificación y gerencia agroalimentaria.