En las jornadas Políticas públicas de salud y nutrición en la Venezuela actual: venciendo obstáculos, asumiendo los retos, se analizó la situación de la salud y nutrición en el país desde diferentes ámbitos y se realizaron aportes para su abordaje y mejora.
Caracas, julio de 2016. El Observatorio Venezolano de la Salud, cumpliendo con sus objetivos de generar capacitación para la formulación de políticas públicas de salud y nutrición, y difundir información a los venezolanos para educar sobre el derecho a la salud y a la alimentación saludable, realizó el 22 de julio las jornadas Políticas públicas de salud y nutrición en la Venezuela actual: venciendo obstáculos, asumiendo los retos.
La actividad contó con un grupo de académicos y especialistas en distintas áreas de la salud, nutrición, educación, medios de comunicación y legislación que permitieron abordar la crisis sanitaria y alimenticia en una dimensión amplia, desde el contexto del país hasta el rol de los distintos actores que pueden contribuir en la reconstrucción de las áreas afectadas por la situación actual.
El investigador Carlos Aponte fue el encargado de iniciar el evento presentando un estudio sobre las Misiones Sociales en Venezuela. Tres ideas básicas marcaron su ponencia: estos programas viven una crisis soterrada desde el año 2006, que han tenido un papel limitado en la reducción de la pobreza por línea de ingreso, y que a las misiones sociales les han destinado un gasto elevado que ha resultado ser poco efectivo y poco transparente.
“La reducción de la pobreza se produce en el único período donde crece la economía venezolana, y la economía creció entre 2004 y 2008. Se creó una ficción con las misiones y la verdad era que las transmisiones directas de dinero eran pocas”, señaló el investigador del Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV.
La crisis con las misiones se hace sentir con mayor fuerza en estos últimos años de crisis económica, de salud y alimentación pues ha sido poco lo que han hecho para reducir el impacto en la población menos favorecida.
Hambre en los pupitres
Si hay una población crucial que debe ser prioridad en tiempos de crisis es la infantil, y si hay un lugar donde se puede medir cuán grave es la situación alimentaria en este grupo, ese sería el salón de clases.
Los reportes de los planteles educativos sobre la cantidad de alumnos que se desmayan por asistir a clases sin comer, y sobre el ausentismo escolar durante 2016, motivaron a la secretaría de educación del estado Miranda a realizar una encuesta para determinar realmente cuál era la situación de la alimentación en los estudiantes y docentes de las escuelas de la gobernación.
Así, tras recibir la asesoría de investigadores del Observatorio Venezolano de la Salud, de la Fundación Bengoa y del investigador Luis Pedro España, en junio fue realizada la encuesta en unos 3.200 alumnos de 6º grado y más de 200 maestros, donde hallaron que 30% de los estudiantes respondieron comer 1 o 2 veces al día solamente, que 86% de los alumnos respondió tener miedo de quedarse sin comida en su casa y que 50% indicó que la noche anterior se acostó con hambre porque no había suficiente comida en su casa.
Esas no fueron las únicas preguntas, pero Juan Maragall, secretario de Educación de Miranda, explicó que tras todo el sondeo preguntaron si quisieran ir a la escuela en vacaciones a comer, y hallaron un 86% de respuestas positivas.
“Esto nos llevó a tomar la decisión de abrir 164 escuelas en agosto, de 9 am a 11 am, para alimentar a 8 mil estudiantes. Lo que queremos es que no pasen hambre y puedan regresar a estudiar en septiembre. Creo que esta es una iniciativa que debería aplicarse a nivel nacional, le hemos dicho al Gobierno que abran las escuelas en vacaciones pero hasta ahora no se han pronunciado”, informó Maragall.
Ángel Hernández, investigador del Cendes, explicó que ante estas circunstancias el país debe actuar porque se está produciendo un daño a las capacidades de los niños, que incluso amerita ajustar la alimentación a las deficiencias nutricionales que estén presentando los pequeños.
Asistencia humanitaria inmediata
La crisis alimentaria que se ha agudizado en 2016 ocurre en un contexto sanitario totalmente debilitado y sin capacidad de respuesta. “En este momento los servicios están en condiciones precarias. Los niveles de deterioro de la salud de los venezolanos está impactando en los servicios de salud y en su personal, los cuales no tienen capacidad para atenderlos”, advirtió el defensor de derechos humanos y especialista en el derecho a la salud, Jo D’Elía.
En su presentación, denominada La reconstrucción de la salud en Venezuela, D’Elía precisó que el Gobierno ha reducido el gasto público en salud en 95% según datos divulgados por la Organización Mundial de la Salud; que 90% de los insumos médicos y medicamentos dependen del exterior y que reponer los inventarios de medicinas inexistentes o en escasez se necesitan por lo menos 2 meses.
“Esto requiere una asistencia humanitaria inmediata. Debemos exigir al Estado que cambie de conducta y actitud”, sentenció el también investigador de Provea y director de la organización Civiles.
Aclaró, además, que no es cierto que el Gobierno de un país deba declarar la emergencia humanitaria para que organismos del sistema de Naciones Unidas actúen, pues para estos entes internacionales debe privar el principio de proteger a las personas y en Venezuela hay evidencias de la emergencia.
El profesor Jorge Díaz Polanco, fundador e integrante del OVS, se refirió, en este sentido, al papel cómplice de algunos entes sobre la situación venezolana, como es el caso de la FAO y la OPS.
Productividad para el abastecimiento
Juan Luis Hernández, especialista en el área agroalimentaria, hizo un recuento de las políticas aplicadas en los últimos 17 años con respecto a la alimentación, que explican cómo se llegó a la situación actual.
Advirtió que este año la producción nacional de arroz probablemente no alcance el 30% del consumo normativo de arroz y que la producción de maíz registrará la cifra más baja en décadas en este 2016.
“Hace falta un programa agrícola, afrontar esta crisis coyuntural para superar el círculo vicioso de escasez y desabastecimiento, que ha sido la dinámica de Mercal en los últimos años. La situación exige aplicar políticas macroeconómicas y llegar a acuerdos de productividad, entre todos los sectores, para el abastecimiento”.
Las dificultades para adquirir alimentos, bien sea por no estar en existencia o por su alto costo, se está reflejando en la pérdida de peso en adultos y niños. Yngrid Candela, nutricionista e investigadora del OVS, informó que la primera consecuencia de esta pérdida de peso es la deficiencia de hierro y –en consecuencia- la anemia.
“Todos los venezolanos necesitamos en estos momentos un poco más de calorías, y las embarazadas, niños y adolescentes necesitan proteínas en este momento. El Estado necesita sentarse con todos los sectores y aplicar una política compensatoria de alimentos que en ningún caso debe estar politizado”, explicó Candela.
A largo plazo, lo que requiere el país es generar un desarrollo sostenible agrícola y rehacer toda la red de distribución de alimentos para poder normalizarla. Hernández precisó que un alimento o producto deja de estar escaso cuando pasa 3 meses consecutivos en el anaquel.
Más allá de la crisis
La directora del Observatorio Venezolano de la Salud, Marianella Herrera, expresó a los asistentes a las jornadas que este tipo de encuentros permiten buscar soluciones, debatir acciones y generar ideas que se concreten en proyectos para cambiar la situación del país. “Las crisis también son oportunidades. Es el momento de iniciarnos en la planificación del largo plazo para alcanzar el desarrollo paralelamente a las acciones de atención a la emergencia que se vive en el país, pues solo con la mirada en el mediano y largo plazo impediremos que una situación como esta se repita”, expresó.
Por ello el OVS apuesta a las actividades de formación en el área de políticas públicas de salud y nutrición, y al debate plural de ideas para la reconstrucción del país, para afrontar la crisis, para educar a la población en cómo sobrellevarla y cómo procurar una alimentación balanceada a pesar de las dificultades. Se trata de asumir retos y trabajar por el país, de cara a las futuras generaciones.