¿A quién van dirigidas estas recomendaciones?
A todas aquellas personas que están en la primera línea de atención de salud como médicos, profesionales de enfermería, farmacéuticos, nutricionistas y dietistas, terapeutas respiratorios, fisioterapeutas, auxiliares, entre otros, quienes están en alto riesgo de infección por Covid-19. También a los trabajadores esenciales que prestan servicios a la comunidad, como bomberos, personal de primeros auxilios, policías y militares, personal de los servicios de alimentos, personal de limpieza y otros. Estas personas usan equipo de protección personal, cumplen largos turnos de trabajo, en ocasiones en ambientes sin aire acondicionado y con poca ventilación, lo que puede llevar a la pérdida excesiva de líquidos por sudoración, menor ingesta de líquidos, descanso insuficiente, alto nivel de estrés, depresión y pobre calidad en la alimentación debido a la falta de tiempo. Todos estos factores influyen negativamente en el sistema inmune (Segerumstrom 2004; Thornton 2006; Zorrilla 2001) y podrían conllevar a mayor riesgo de contraer el COVID-19.
¿Cuál fue la metodología usada para formular estas recomendaciones?
Un grupo de expertas en nutrición de diferentes países de Latinoamérica se reunieron por teleconferencia para establecer las bases metodológicas y alcanzar un consenso basado en la evidencia científica actual derivada de meta-análisis y revisiones sistemáticas sobre nutrición y prevención de infecciones virales respiratorias como SARS-CoV, MERS-CoV y gripe o influenza estacional por virus, y su efecto sobre el sistema inmunológico. Estos virus son muy similares en su estructura al SARS-Cov2.
¿Cómo la nutrición influye en el sistema inmune?
El sistema inmune necesita múltiples micronutrientes, como vitaminas A, B3, B9 (folato), B12, C, D, selenio y zinc, entre otros, vitales para su óptimo desempeño (Wintergerst 2007; LPL 2017; Mousa 2016; Gomabart 2020). Otros compuestos bioactivos también intervienen en los procesos inmunitarios, como ácidos grasos omega 3, polifenoles y probióticos, entre otros. Un bajo consumo de éstos puede aumentar la susceptibilidad de las personas a contraer infecciones. Dada la pandemia, las recomendaciones de algunos nutrientes pueden ser más altas que las establecidas.
¿Cuáles nutrientes se recomiendan su suplementación durante la pandemia?
A continuación, se resumen las recomendaciones de suplementación con micronutrientes que pueden ayudar a prevenir el COVID-19. También se incluyen las recomendaciones de otros nutrientes o compuestos bioactivos sin evidencia suficiente para avalar su suplementación pero que son relevantes para mantener la integridad del sistema inmune. La información detallada sobre la justificación de estas recomendaciones será publicada próximamente en Archivos Latinoamericanos de Nutrición (https://www.alanrevista.org/), revista oficial de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición.
Evidencia suficiente para recomendar suplementación
Nutriente o compuesto | Recomendaciones |
---|---|
Vitamina C | La suplementación de vitamina C previene el resfriado común y las infecciones, principalmente en aquellos bajo estrés físico extremo, y reduce la duración y alivia los síntomas (Hemilä 2013; Ran 2018). Por lo tanto, se recomienda el uso preventivo 2 g/día de vitamina C (dividida en dos tomas de 1g) durante la pandemia. Esta dosis está en el límite superior tolerable (OMS/FAO 2001) y no lleva a efectos adversos. También se recomienda consumir alimentos ricos en vitamina C (frutas cítricas y vegetales/hortalizas). |
Vitamina D | La suplementación con vitamina D3 (diaria o semanal) puede ayudar a prevenir las infecciones respiratorias en personas de diferentes edades (Martineau 2017; Yamshchikov 2009; Charan 2012; Arihiro 2019; Loeb 2019; Xiao 2015), particularmente en aquellas con bajo nivel de vitamina D. Por lo tanto, se recomienda el uso de un suplemento de 1000-2000 UI/día de vitamina D3, preferiblemente con alguna comida, y consumir alimentos ricos en vitamina D (pescados grasos, leche y otros alimentos fortificados). Para los que viven en lugares de alta contaminación, con inviernos prolongados, y con deficiencia ya establecida, se recomiendan dosis más altas bajo supervisión médica. |
Zinc | En adultos, la suplementación con zinc en forma de pastillas de disolución bucal al inicio del resfriado común puede triplicar la velocidad de recuperación (Das 2014; Hemilä 2017). Las dietas típicas en Latinoamérica son altas en fitatos (IZiNCG 2019), lo que disminuye la absorción de zinc (Lonnerdal 2000) y considerando el alto riesgo del COVID-19, se recomienda un suplemento con un aporte menor a la dosis máxima tolerada (40 mg; OMS/FAO 2001) y consumir alimentos ricos en zinc (carnes rojas, pescados, mariscos y cereales integrales) |
Evidencia insuficiente para recomendar suplementación
Nutriente o compuesto | Recomendaciones |
---|---|
Vitamina A | La suplementación con vitamina A puede acelerar la recuperación, reducir la gravedad y prevenir episodios posteriores de infecciones agudas del tracto respiratorio inferior (OMS 2011), especialmente en niños con deficiencia de vitamina A (Tam 2020; Chen 2008; Imdad 2017; Rodríguez 2005). No hay estudios en adultos, por lo que no se recomienda su suplementación, solo en casos de deficiencia comprobada. Se recomienda consumir alimentos ricos en vitamina A (lácteos, aceite de pescado, huevos, hígado y fuentes de beta caroteno contenidas en frutas y vegetales/hortalizas de colores amarillo y naranja) para cubrir la recomendación (700 mcg/día en mujeres y 900 mcg/día en hombres; IOM 2001). |
Vitamina B3 (Niacina) | Estudios en animales muestran que la suplementación con niacina disminuye la inflamación y el daño al tejido pulmonar (Kwon 2011; Kwon 2016; Su 2007). No hay estudios en humanos, por lo que no se recomienda su suplementación, pero si consumir alimentos ricos en niacina (pollo, carnes rojas, pescados, nueces y leguminosas) para cubrir la recomendación de 14 mg/ día en mujeres y 16 mg/día en hombres (OMS/FAO 2001). |
Vitamina B9 (folato y ácido fólico) | En niños, la suplementación con ácido fólico no parece prevenir la enfermedad respiratoria (Bhandari 2007; Taneja 2013); no hay estudios en adultos. Por lo tanto, no se recomienda su suplementación, pero si consumir alimentos ricos en folato (vegetales/hortalizas de hoja verde, leguminosas, frutas, y nueces) y alimentos fortificados con ácido fólico (pan enriquecido, harina fortificada, pasta, arroz, cereales fortificados). En mujeres en edad fértil y durante el primer trimestre del embarazo, se sugiere un suplemento de ácido fólico de 400 mcg/día. |
Selenio | La suplementación con selenio parece ayudar en el tratamiento de sujetos con procesos infecciosos por virus parecidos al SARS-Cov (Steinbrenner 2015; Moya 2013; Broome 2004; Kupka 2009, 2008; Range 2006). No hay evidencia de su uso preventivo por lo que no se recomienda su suplementación. Se recomienda consumir alimentos ricos en selenio (nueces del Brasil, pescados, mariscos y carnes) para cubrir la dosis recomendada (55 mcg/día; FAO/OMS 2001). |
Cafeína | La cafeína puede mejorar el rendimiento psicomotor y la vigilancia (Temple 2018) pero su exceso tiene efectos negativos como insomnio (Zhang 2020) por lo que se debe evitar consumir más de 400 mg/día (EFSA 2015). Una taza de té verde o negro contiene 30-50 mg y una taza de café de 80-100 mg (FDA 2018). |
Alimentos Alcalinos | Un estudio in vitro encontró que a un pH de 8.0 (ligeramente alcalino), el SARS-Cov es inactivado (Sturman 1990). En humanos, no hay estudios usando alimentos alcalinos para prevenir infecciones, pero intervenciones con frutas y vegetales/hortalizas han mostrado mejorar el sistema inmune (Hosseini 2018). Por lo tanto, se sugiere seguir las recomendaciones actuales de la OMS (2002) de consumir 400 gramos/día de frutas y vegetales/hortalizas (5 porciones de 80 gramos cada una). |
Hidratación | La deshidratación, común entre los médicos y enfermeras de guardia (Alomar 2013), afecta el funcionamiento cognitivo, ejecutivo y motor (Wittbrodt 2018; El-Sharkawy 2016). Además, el uso de trajes protectores lleva a una alta pérdida de líquido por sudor (Bishop 1991; Rubinstein 2017). Por lo tanto, se recomienda que el personal se mantenga hidratado antes y después de su turno. Si se usan trajes protectores en lugares de poca ventilación y con calor, estas personas pueden requerir 6 litros/día o más. Se recomiendan estaciones de hidratación en áreas seguras en los centros de atención. |
Omega 3 | La suplementación con omega-3 en adultos parece reducir la mortalidad y síndrome de dificultad respiratoria agudo inducido por sepsis (Chen 2018) pero la evidencia es muy limitada para recomendar su suplementación. Se recomienda consumir alimentos ricos en omega 3 (pescados, linaza, chía). Aquellas personas que por indicación médica ya lo consumían, deben consultar con su médico si deben continuarlo. |
Polifenoles | La suplementación con polifenoles (flavonoides) parece proteger de infección respiratoria superior (Somerville 2016; Furushima 2020; Matsumoto 2011; Heinz 2010) pero la evidencia es limitada. Por lo tanto, no se recomienda su suplementación. Si se recomienda consumir alimentos ricos en flavonoides (té verde, moras, uvas, cacao, jugo de arándanos, cebolla, alcaparras) y otras fuentes de polifenoles, como frutas y hortalizas/vegetales. |
Probióticos | Ciertos probióticos y en determinadas situaciones previenen infecciones del tracto respiratorio superior en adultos y niños (Sanders 2019; Hao 2015; Reid 2017; Laursen 2018; Wang 2016; King 2018). En individuos sanos, su suplementación parece mejorar la microbiota intestinal (Khalesi 2019) pero no hay suficiente evidencia (Wypych 2019; Capurso 2019) para recomendar una cepa específica, dosis y frecuencia. Si se recomienda consumir alimentos ricos en probióticos, como yogurt y leche fermentada, para promover un microbiota intestinal sana y diversa. |
Expertas
- Cristina Palacios, PhD [Coordinación]
Florida International University (FIU)
Estados Unidos - Jennifer Bernal, PhD
Observatorio de Seguridad Alimentaria,
Universidad Nacional de Colombia
Global Nutrition Professionals Consultancy
Colombia - Anabelle Bonvecchio, PhD
Instituto Nacional de Salud Pública
México - Marlén Gutiérrez, MSc
Global Nutrition Professionals Consultancy
Venezuela - Marianella Herrera Cuenca MD, PhD
Universidad Central de Venezuela
Venezuela - Laura Irizarry, MSc
Programa Mundial de Alimentos (WFP)
Oficina Regional para America Latina y el Caribe - Lina Lay Mendivil, MSc
Universidad Tecnológica de Panamá
Panamá - Fabiola López Bautista, MSc
Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez
México - Marisol López Reyes, MSc, DN
Global Nutrition Professionals Consultancy
España - Claret Mata, MSc
Universidad Central de Venezuela
Venezuela - Paula Moliterno, MSc
Universidad de la República
Uruguay - Daniela Moyano, MSc MPH
Universidad Nacional de Córdoba y Universidad Nacional de la Matanza
Argentina - Diana Murillo, MSc
Programa Mundial de Alimentos (WFP)
Panamá - Selene Pacheco Miranda, MPH
Instituto Nacional de Salud Pública
México - Lita Palomares, MSc
Universidad Peruana Cayetano Heredia
Perú - Kenia Páramo, MSc
Coordinadora Cooperación Técnica INCAP
Belice y Nicaragua - Analy Pérez, MSc, RD.
Unison Health & Community Services
Global Nutrition Professionals Consultancy
Canadá - María Virginia Tijerina Walls, MS, NC
Nutrien Nutrición y Salud
México - María Angélica Trak-Fellermeier, PhD [Edición]
Florida International University (FIU)
Global Nutrition Professionals Consultancy
Estados Unidos
Con el respaldo institucional del Capitulo venezolano de La Sociedad Latinoamericana de Nutrición (SLAN) y de la Fundación Bengoa
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