A partir de la década de 1980 el sistema de salud venezolano comenzó a desmembrarse. Hoy el país carece de un sistema público nacional de salud y Barrio Adentro, a pesar de haber recibido una inversión estimada en 38 mil millones de dólares, está lejos de serlo.
Caracas, septiembre de 2016.- El 6 de septiembre fue anunciado un nuevo relanzamiento de la Misión Barrio Adentro, programa social creado en 2003 para acercar la atención primaria de salud a sectores populares y zonas alejadas. Su principal personal de atención sería un médico cubano y el centro de operaciones estaría en una nueva infraestructura dentro del barrio, denominada consultorio popular (módulo octogonal).
13 años después de su creación el programa ha pasado por varios altibajos, en 2009 el propio presidente Hugo Chávez reconoció que Barrio Adentro no estaba funcionando como esperaban y precisó que 2.000 módulos octogonales (de 6.000 existentes en ese año) no estaban funcionando. Le aplicaron un “reimpulso”.
Ahora, en medio de una crisis de salud que golpea con la escasez de medicamentos e insumos tanto en centros públicos como privados, se anuncia una “nueva” fase denominada Barrio Adentro 100%, con la que buscan aumentar la cantidad de consultorios populares de 7 mil a 14 mil, tener un médico por cada 250 o 300 habitantes y abarcar a todo el país. Algo que ya se ha propuesto y que no se ha logrado.
Jorge Díaz-Polanco, sociólogo especialista en Políticas de Salud y profesor jubilado de la UCV, considera que este relanzamiento de Barrio Adentro es una nueva “propaganda oficial” de un programa que se ha caracterizado por tener “un conjunto de establecimientos que eventualmente atienden a la población, con un conjunto de medidas ajenas al ideario nacional, con insumos cuyo control sanitario no existe, con una presencia eventual porque muchos módulos están cerrados o no cumplen el horario establecido, y con una cobertura que no es real”.
Aclara que siempre fue definido como una red paralela y antagónica, no complementaria ni susceptible de ser integrada dentro de un solo sistema, y por lo tanto no puede considerarse un sistema de salud.
“Un sistema de salud es una red institucional que está articulada en función de la necesidad de salud. Su uso adecuado comienza cuando la gente asiste a la atención primaria, esa es su puerta de entrada al sistema y es allí donde debe determinarse si necesita atención especializada”, detalla Díaz-Polanco, quien es miembro del Observatorio Venezolano de la Salud (OVS).
En un sistema de salud -continúa explicando- la red de atención primaria cuenta con el personal mejor remunerado de toda la cadena porque son los que trabajan más, se enfrentan a la mayor cantidad de problemas y deben estar capacitados para atenderlos. Son los médicos generales, médicos de familia o de choque.
Pero en Venezuela ocurre lo contrario, el especialista debe ser la última instancia en ser consultada pero es la primera, poco se asiste a la red de atención primaria, sus médicos no son los mejores remunerados, y además debe existir un sistema de referencia desde los niveles más simples hacia los más complejos, y de contrareferencia si es necesario.
“Eso no existe en Venezuela. En Venezuela tienes un conjunto de instituciones regadas que eventualmente funcionan cuando tiene con qué, y eso no es un sistema. Nosotros no tenemos un sistema de salud ni Barrio Adentro lo es”, precisa Díaz-Polanco.
Desmembrado desde los 80
El especialista del OVS recuerda que esta situación no ha sido así siempre. Fue a partir de la década de 1980 que el sistema de salud empezó a desmembrarse. “Lo que Ocurrió fue que los grupos de interés fueron apropiándose de los espacios públicos para sacarles provecho”.
Cita el caso del Ipasme, un sistema de salud –entre otras cosas- para los profesores. “Eso no tiene sentido”, dice Díaz-Polanco, pues lo correcto es contar con un sistema de salud para todo el mundo.
Para conformarlo es necesario contar con una autoridad central y una estructura descentralizada, con poderes de decisión a nivel regional y local. Pero si no se tiene un Gobierno central que participe activamente en el sistema, éste puede fracasar y eso fue lo que pasó con el modelo de descentralización de los años 90, explica el profesor.
“El Gobierno nunca asumió políticamente lo que eso era. Mi interpretación personal es que lo hizo para acceder a los recursos de la banca multilateral que financiaba el proceso de reforma del sector salud, pero nunca como una política de Estado en la cual se creyese y se impulsase de manera auténtica. En consecuencia nosotros no tenemos un sistema de salud y un sistema público muchísimo menos”.
Mayor privatización
En los últimos 17 años, en lugar de afianzarse el carácter público de la salud venezolana lo que se ha multiplicado es su privatización.
“Los pacientes ponen los insumos, las medicinas, la ropa, la comida, todo tienen que ponerlo los usuarios del sistema y eso no es un sistema público, es un sistema privado”, indica Díaz-Polanco.
El especialista informó que desde la creación de Barrio Adentro en 2003, y hasta el año 2014, el Estado ha invertido cerca de 38 mil millones de dólares en esta misión. La cifra resulta de estimaciones realizadas con base en el presupuesto nacional, aportes de Pdvsa, créditos adicionales y otras fuentes de financiamiento.
“Con ese dinero pudo haberse hecho todo, pero no se hizo nada. Con este nuevo relanzamiento se meterá nuevamente dinero en un saco sin fondo, sin una estructura para utilizar esos recursos de forma eficiente”, expresa el integrante del OVS.
Al país le tomaría como mínimo 10 años poder construir un verdadero sistema de salud. Díaz-Polanco precisa que es necesario reunificar todas las instituciones, hacer un Ministerio técnicamente competente que reduzca su tamaño y deje de prestar servicios, delegando esto a las gobernaciones, alcaldías y parroquias en un esquema de descentralización.
Solo así el Ministerio de Salud podrá dedicarse a emitir normas para que todo funcione dentro de un mismo parámetro, a establecer políticas nacionales porque las regionales las establecen los estados, y desplegar iniciativas técnicas de acompañamiento o apoyo al desarrollo local y regional en los servicios de salud.
“Eso es lo que tiene que hacer el ministerio, no prestar los servicios. Eso va a tomar mucho tiempo, sobre todo por los cambios en la cultura que tiene el venezolano para usar el sistema; tiene que aprender que debe entrar por la atención primaria”.
Díaz-Polanco también advierte que en épocas de crisis los venezolanos suelen buscar más la atención especializada porque se cree que en esos servicios, hospitales o clínicas están los mejores profesionales, la mejor tecnología y la mejor atención, pero cada vez eso es menos cierto porque la infraestructura se ha deteriorado, no hay insumos y no hay médicos porque se van del país.
“Sin embargo la gente sigue confiando más en esos sistemas desprotegidos y desfinanciados que en Barrio Adentro. ¿Entonces, por qué inviertes en Barrio Adentro, por qué no inviertes en los hospitales y en los ambulatorios que existían y en una red primaria nueva, fortalecida, para ser un sistema y conectarlos entre sí?”, se pregunta el profesor jubilado de la UCV, al tiempo que continúa explicando lo que está pasando en el país. “Todo eso es mucho trabajo, se juega mucho poder, hay muchos intereses. Los grupos de intereses tienen sus zonas muy bien delimitadas y han conseguido cosas en el tiempo”.
Duda que en esta oportunidad Barrio Adentro funcione, pues su estrategia ha sido y es dar una medicina a los pobres, “y una medicina para los pobres es una pobre medicina, para que se quede quieto, para que no proteste. Fue un mecanismo para controlar socialmente a la población y no para solucionar sus problemas de salud”, sostiene el especialista en Políticas de Salud.