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Día de la Salud 2025: protegiendo la salud de madres y recién nacidos

Desde que se fundó la Organización Mundial de la Salud el 7 de abril de 1946, esta organización ha intentado desde entonces poner temas de salud en la opinión pública durante un año. El de este año, que empieza este día internacional de la salud que conmemora la fundación de la OMS, es el de Comienzos saludables, futuros esperanzadores. La campaña de este 2025 es una exhortación a los gobiernos y a las distintas comunidades de la salud a intentar erradicar las muertes prevenibles en madres y bebés recién nacidos.

La salud de las embarazadas y de los bebés recién nacidos no sólo es trágica cuando se entiende las vidas que se pierden y en el momento en que sucede. Que una madre pierda a su hijo o hija, o que un bebé pierda a su madre durante el parto y tenga que enfrentar la vida en orfandad. El hecho es que se tratan de muertes evitables, que además son excesivamente comunes. En cuanto a los datos ofrecidos por la OMS, 300.000 mujeres mueren durante el embarazo o el parto a nivel mundial. Más de 2.000.000 de bebés fallecen en el primer mes de vida, mientras que otros dos millones nacen muertos. Con estas cifras, hablamos de una muerte evitable cada siete segundos.

Por supuesto que cuando hablamos de este problema, usualmente se tocan diferentes variables que inciden en la salud de la madre y el bebé. Están situaciones de planificación familiar, en la que la madre —producto de violencia o sencillamente falta de planificación— queda embarazada y necesita apoyo para hacer frente a su nueva vida. Está también el tema de la nutrición, en que la madre vive en situaciones de pobreza y no tiene apoyos de parte del sistema de salud. Efectivamente, las enfermedades no transmisibles que pueda tener la madre generan una serie de complicaciones en el bebé que luego dificultan los cuidados en la vida de ese bebé, y su integración social. Es decir, hay un riesgo de exclusión social derivado de una mala salud en el embarazo, situación que suele tener su origen en la exclusión social.

Los sistemas de salud, de acuerdo a la OMS, deben acomodar las necesidades de las mujeres embarazadas y así dar respuesta a necesidades no sólo obstetricias, sino también de salud mental, planificación familiar, y de enfermedades no transmisibles.

La situación en Venezuela

La mortalidad materna en Venezuela ha aumentado drásticamente toda vez que las personas de sectores desfavorecidos no cuentan con acceso a la salud de forma adecuada. Cuando se acude a un centro de salud, es común tener que traer algunos de los instrumentos que los médicos usarán, lo cual debe ser costeado por el paciente. En ese contexto, la mortalidad materna estuvo en 2020 (último año del cual se disponen datos) en 259 muertes por cada 100.000 habitantes. En 2005, esas muertes eran de 95 por cada 100.000. Estos son los datos de la Organización Panamericana de la Salud.

En el apartado de salud infantil, las muertes han tenido una tendencia hacia la baja desde el año 1995 hasta el año 2013, tras el cual hubo un repunte. Es decir, en 1995 había 22,1 muertes infantiles por cada 1.000 nacidos, registro que llego a 14,7 en 2013. Luego de ese año se produjo un repunte que en 2017 llegó a 21 muertes infantiles por cada mil nacidos. Y luego ello se redujo en el año 2018 a 18,1, tras lo cual no hay más información.

Lo que queda claro es que las familias venezolanas necesitan de mayor apoyo para que los hijos y las madres puedan prosperar. Atender las necesidades en esta etapa, tan crucial para el desarrollo humano, seguramente producirá enormes beneficios en el desarrollo económico y social del país.

Hay que pensar en paralelo: lo inmediato y lo futuro

En una entrevista ofrecida a la ONG de derechos humanos Provea, la directora del OVS -la Dra. Marianella Herrera- dijo que la situación de emergencia humanitaria compleja ha evolucionado para llegar a necesitar intervenciones de apoyo inmediato, así como inversión en infraestructura de salud. Según la Dra. Herrera, «se trata de una deuda con generaciones futuras, que nacen en muchos casos de embarazos adolescentes en situación de desventaja». Invita a pensar cómo apoyar a esos niños que ya se han rescatado. ¿Se les puede dar mayor apoyo nutricional? ¿Cómo va a ser el desarrollo de los cerebros de esos niños?

Efectivamente, las intervenciones urgentes son para salvar las vidas. Pero para que esas vidas sean felices y sanas, se necesitan las infraestructuras que ofrezcan servicios de calidad. Y todo ello tiene que estar orientado a mejorar la salud de embarazadas, recién nacidos, y los niños entrados en sus primeros años.

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